martes, 19 de mayo de 2015

ARBITRAJES ARBITRARIOS
La violencia nunca trae nada bueno consigo. De eso los jugadores de Alianza Lima lo saben, ahora más que nunca. Pero castigos de 2, 3, 6 y hasta 8 echas puede parecer exagerado. En realidad, para mí lo es. Si tenemos en cuenta que el nivel del arbitraje en el Perú es deficiente, por decir lo menos, es lógico pensar que quienes deben impartir justicia, como la Comisión de Justicia de la ADFP, también son ineficientes al momento de hacer su trabajo. El informe del árbitro Ramón Blanco fue muy duro con los jugadores íntimos y eso pesó –y de qué manera- para que la sanción salga rapidísima y sentencie la suerte del cuadro de La Victoria, que no contará con medio equipo para afrontar lo que resta del Apertura.

Pero si analizamos la situación desde otra perspectiva, quizá nos demos cuenta del por qué estamos como estamos. Para nadie es un secreto que también el arbitraje en nuestro país es pésimo. Lo notamos muy fácilmente al ver la designación que hace la Conmebol de los jueces que deben dirigir los partidos, tanto de la Copa Libertadores, como de la Copa América. No existimos. Y al parecer las autoridades no se dan cuenta de eso, o no quieren darse cuenta, porque seguimos igual, y peor. Reto a cualquier espectador o aficionado al fútbol, que ve nuestro torneo local por TV, a analizar las sanciones del juez principal. Notará que constantemente cobran faltas inexistentes, no cobran penales, amonestan por algún reclamo y no por jugadas muy bruscas, dejan que jugadores hagan tiempo de manera escandalosa, no aplican la ley de la ventaja cuando debieran, etc. Puedo seguir enumerando pero resultaría tedioso. Esto no es cosa menor, porque si comparamos el vértigo y temperamento con que se juega en otras partes, como Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, etc. y ni hablar de Europa, parece que hablamos de deportes distintos. Por ello sufrimos, y mucho, cuando jugamos torneos internacionales. Aquí somos vivos y engañamos al árbitro fingiendo faltas y haciendo tiempo. Pero internacionalmente los árbitros “no compran” eso. Jugamos a 30 km/h y nos juegan  a 100 km/h.

No estoy de acuerdo con la violencia ni dentro ni fuera del campo de juego, mucho menos con el mal comportamiento de los jugadores que reclaman airadamente fallos arbitrales, porque con ello enfurecen a las tribunas y generan más violencia; pero tampoco estoy de acuerdo con que exista impunidad para los árbitros que hacen mal su trabajo. Podrán decir que a algunos los mandan a la “congeladora” por una mala actuación. Pero las cosas siguen igual y no se ve luz al final del túnel. Es hora de ser valientes y decir las cosas como son. Tenemos pésimos árbitros que no contribuyen en nada a que el engranaje de este negocio, llamado fútbol, mejore. Ellos no están al margen, también son parte de él.  

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