CASI, CASI, CASI…
Lo de siempre. Casi ganamos a
Brasil. Casi empatamos. Estuvimos cerca del cupo a un mundial. El casi, siempre
el casi. Es lo que lo nos caracteriza. Y casi siempre al final del partido, o
al final de acabar un tiempo, o lo que sea. Pero la verdad es que, quizá, fue
lo más justo por lo que se vio dentro del campo. Fuimos superados por Neymar (y
no digo compañía porque la estrella del Barza hizo un gran partido,
prácticamente sólo), que nos marcó un gol y limpió la cancha para que nos marcaran
el segundo. Por eso la bronca, porque siempre esa bendita “desconcentración”
nos cuesta partidos. Casi estábamos celebrando un buen empate ante los
multicampeones brasileños y, como siempre, nos vamos sin nada. Marcar un gol
tan temprano no era la mejor noticia, considerando nuestros antecedentes. Y
pasó. Nos ganaron bien y punto.
¿Vuelta de página? Espero que
para Gareca no. Esto no puede continuar así. Manejar resultados, defender bien,
jugar al contragolpe, aprovechar al máximo la tenencia del balón, etc. es
válido en este deporte. Al parecer los nuestros no lo tienen del todo claro y
lo pagamos, como siempre. Aún así, el equipo no jugó mal. La mano del técnico
se vio en cierta forma, con tratar de jugar bien, presión desde tres cuartos y
sacrificio al tratar de recuperar el balón. Se entiende la salida de Farfán y
Cueva. Ambos corrieron mucho y la presión que tuvo el equipo al inicio del
partido se desvanecía hacia la mitad del segundo tiempo. Se venían y se venían
los brasileños, cada vez con más peligro, y la entrada de Reyna y Carrillo no
era mala idea. Gareca quería detener los ataques garotos con la presión que se
ejerció en el primer tiempo, lejos de nuestra área. Mala no era la idea. Malo
sí, fue reacción del equipo en la, casi, última jugada del partido. Si a ello
sumamos que Farfán no está en la plenitud de sus cualidades, fácil es darse
cuenta que cansado, aporta menos.
Se viene Colombia. Los cafeteros
vienen de una derrota impensada ante una, ya no sorprendente, Venezuela, y
ganar es lo único que está en su cabeza. Esperemos no pagar los platos rotos de
esa necesidad. Pero Colombia no jugó bien, fue superado por un conjunto llanero
que, se notó, jugó sin la presión de ser favorito. Ojalá nuestra selección sepa
manejar esa presión ajena para nuestro provecho y seguir mostrando una
evolución que será vital para lo que se viene, en la competencia que es, en
realidad, la más importante: Las eliminatorias hacia Rusia 2018.
La Copa América es para todas las
selecciones, una etapa de preparación. Aunque Chile la quiera ganar a como dé
lugar, por jugar en casa y obtener, por fin, su primer trofeo continental.
Aunque Argentina esté obsesionada con ella, porque no la gana desde hace más de
20 años. Aunque Brasil quiera lavarse la cara con ella, de su desastrosa y
vergonzosa eliminación de su mundial, etc. Para los nuestros también lo es. Qué
mejor preparación podremos tener. Jugar ante Brasil, Colombia, e incluso
Venezuela, no es cosa de todos los días, y si con suerte pasamos de fase, la
preparación continuará y podremos ver en qué nivel estaremos para el proceso
eliminatorio. Es mejor que veamos esta Copa América con esos ojos.
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