sábado, 18 de agosto de 2012

Los árbitros y el respeto a la autoridad


Peloteros y hombres de negro con responsabilidades

En el fútbol, así como en la vida, existen reglas que debemos cumplir para que su desarrollo sea armónico y ordenado. De eso se trata cuando en el campo de juego existe la máxima autoridad (el árbitro), quien es el encargado en imponer estas reglas, y por consiguiente justicia, que a su vez significa imparcialidad a la hora de sancionar las faltas que eventualmente se den durante el juego. Bien dicen que el fútbol es el reflejo de la sociedad. Este principio es fácilmente comprobable, sobretodo en nuestro medio.

Cuando vemos en el día a día a transportistas que no respetan la luz roja del semáforo, ni a los peatones, ni a los policías de tránsito. Cuando vemos que ni estos mismos policías hacen cumplir las reglas y se limitan a recibir coimas y “hacerse el de la vista gorda” ante evidentes infracciones. Cuando vemos que a todo nivel de autoridad (desde jefes de la policía, pasando por congresistas, hasta Presidentes de la República), se ríen de las normas y la Constitución Peruana, la pisotean y violan con actos de corrupción sin remordimiento alguno, entendemos por qué nuestros “profesionales” futbolistas cuestionan todas las decisiones arbitrales convencidos que ellos tienen la razón, demostrando una vez más el más mínimo respeto por las reglas de juego.

Lamentablemente este tipo de comportamientos, si bien es cierto son reprochables desde todo punto de vista, muchas veces son provocados por los mismos “hombres de negro”. Éstos parecen no entender las reglas que están obligados a hacer cumplir. Puntualmente, desde mi modesta perspectiva, hay 3 situaciones en las que los árbitros hacen caldear los ánimos de los jugadores. Primero: la famosa “ley de la ventaja” es aplicada sin ningún criterio. Las faltas, cuando son cobradas, muchas veces benefician al infractor y no al infraccionado, cuando éstos tienen clara ventaja de cara al arco contrario. Segundo: los “fuera de juego” cobrados en gran medida, son injustos. La ley dice: “…la duda beneficia al atacante”, pero siempre vemos que la duda beneficia al atacado (¿?). Y por último, parece que los jueces tienen dos reglamentos: uno para ser aplicado dentro del área, y otro fuera de ella. Durante el desarrollo del juego vemos que, fuera de área, se cobran faltas que no lo son; el jugador se tira y el árbitro ya está cobrando; dos jugadores disputan el balón con fuerza y el árbitro cobra para uno de ellos. Éstas mismas faltas se dan dentro del área y no son cobradas; incluso las hay peores y tampoco se sancionan. En los tiros de esquina es donde se cometen más infracciones, los árbitros lo saben, y aún así no  sancionan nada. Habrá que unificar estos dos reglamentos para no crear más confusiones, no sólo en los jugadores, sino también en los aficionados.

Esto no justifica para nada el accionar de nuestros “peloteros”. Respetar las normas, reglas, o como quiera decirse debe ser parte de nuestro día día. Son parte de los valores que debemos enseñar a nuestros hijos, ya que ellos heredarán este nuestro país con lo que estemos sembrando desde ahora. De más está decir que también en el fútbol, los más experimentados tienen la obligación de enseñar a las nuevas generaciones el respeto a la autoridad, no cuestionando cada decisión (errada o no), tomada por los árbitros. Y éstos últimos deben (y no está de más decirlo), comprometerse más con su labor, que es tamaña responsabilidad.




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