AMO Y SEÑOR DEL TENIS
Repasemos: 18 veces ganador de Grand
Slam, primer jugador de todos los tiempos capaz
de levantar al menos cinco títulos en tres torneos del Grand Slam (siete
títulos en Wimbledon, cinco en el US Open y ahora cinco en Australian Open), el
campeón más veterano de un Grand Slam de los últimos 45 años y alcanzó los 100
partidos disputados en Australia. Es el primero que llega a esa cifra en
Melbourne. Además, suma 316 triunfos en eventos de Grand Slam, marca que lo
coloca como el más ganador de la historia en el circuito masculino. ¿Alguna
duda de quién es el más grande de todos los tiempos? Para mí no. Puedo seguir enumerando los récords de este
fenómeno del tenis, pero me faltaría tiempo y espacio para hacerlo. Y cuando
muchos (me incluyo), pensaban más en su inminente retiro, el expreso suizo, la
perfección suiza, su majestad, o como quieran llamarlo, abofeteó la incredulidad
y obtuvo ante Rafael Nadal, su más acérrimo rival y en un memorable partido de
casi cuatro horas, un nuevo “grande” que lo hace inalcanzable si hablamos de
récords.
Ver jugar al suizo siempre es un
placer. Perfección en todos los golpes: saque, derecha, revés, voleas, etc. Una
referencia para todo jugador que desea aprender a jugar tenis. Pero su carrera
pudo haber sido más monumental si no se hubiese encontrado en su camino a
Rafael Nadal. El español, en su afán de disputar de igual a igual la supremacía
en el tenis, sacrificó la salud de sus rodillas con un juego altamente físico que
el helvético sufrió mucho por resolver. Desde el primer partido que lo
enfrentó, el popular “Rafa” se convirtió en una pared que devolvía todos los
golpes. Los errores no forzados no tardarían en llegar y la frustración
llegaría a la cabeza del entonces invencible Roger. De esa forma se hicieron
épicos los enfrentamientos entre dos estilos. La sutileza, inteligencia y
prolijidad del suizo versus la garra, solidez desde el fondo de la cancha y fortaleza
mental del español. El saldo, partidos no aptos para cardíacos, pero con clara
ventaja para el de Manacor (23-12). De ahí en adelante la historia es conocida.
Nadal le arrebató el número uno del mundo. Yo prefiero decir que tomó prestado
ese puesto porque nunca se consolidó como el indiscutible. Ambos se alternaban
ese prestigioso sitial hasta que apareció Novak Djokovic. El serbio pareció ser
el verdadero sucesor de Federer con un juego que rescataba la genialidad del
suizo y lo combinaba con el derroche físico del español. Problema grande para
Nadal que no supo cómo contrarrestar a su nuevo oponente. Resultado, sólido nuevo
número uno del mundo. Luego vendría Murray…
Como dije, la cima del tenis mundial
es un lugar prestado. Pero quien sí lo tomó como suyo y por mucho tiempo (302
semanas), fue “su majestad” Roger Federer. Un récord más. Ahora, con 35 años a cuestas
y con un nuevo GS en la sala de su casa, sigue siendo el amo y señor del tenis,
y amenaza con tentar recuperar su sitio que por derecho le pertenece. Empresa difícil,
¿podrá lograrlo?
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